domingo, 6 de diciembre de 2009

~ No Landscape


..' Todo cambia con el tiempo, todo se vuelve diferente. Algunas sensaciones se olvidan, otras nacen, y otras simplemente se ansían pero nunca vuelven a renacer, pese a los banales intentos realizados y qe se seguirán haciendo.'

..'Se encontraba perdida, sin saber qé otro intento hacer para redescubrir aqello qe tanto qería sentir. Ellos le habían qitado tantas cosas y las palabras, resistir, mantenerse en pie, fortaleza, estaban cobrando con exigencia el haberlas usado, convirtiéndola en una frívola piedra, insensible a cualqier melodía, a cualqier placer, a cualqier recuerdo, a cualqier sensación. - ¡MALDITA SEA! No sé, por más qe trato, no hallo la forma, en qé me estoy convirtiendo? Será qe no tengo nada más qe hacer aqí? es eso?-. Pero no era eso, de alguna u otra forma tenía la esperanza de volver a sentir plenamente aqellas sensaciones de antaño, qe estaba segura de qe estaba profundamente guardadas en el lugar más recóndito de ella misma.

Sentía, o qería sentir qe cada vez estaba más cerca de aqel paraje púrpura-verdoso de su antiguo interior, a pesar de lo difícil qe fuese cruzar esas puertas selladas con sangre qe ella misma había cerrado... qizá inconscientemente, qizá consciente.

Cerró los ojos una vez más, pero no pudo sentir aqellos ropajes oscuros qe la traían a la vida con un vibrato único y qe no todas las personas son capaces de sentir; qe le daba aqella identidad qe tanto atesoraba, aunqe ahora le fuese difícil sentirse de aqella manera.
- Lo único qe qiero es volver a ser yo, volver a mis convicciones, mis sentires, mis expectativas, mi forma de ver el mundo, evocar a mi retorcida mente para qe regrese y se qede por siempre... y qe nadie más qe yo se haga acreedor de ella. NADIE, sólo más qe yo.'

Érzsebeth Lilith { W }

viernes, 30 de octubre de 2009

~ ¿Fue un Sueño? -Guy de Maupassant

Cómo me gusta esta historia, la manera de relatar de Maupassant, el la incomprensión qe provoca pero lo claro qe qeda todo. En fin:

~ ¿Fue un Sueño? -Guy de Maupassant

¡La había amado locamente!

¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria.

Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.

Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: "¡Ah!" ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!

Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. ¡Oh! ¡Dios mío!¡Dios mío!
¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas... mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje.

Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación - nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte -, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero.

Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces... tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal - en aquel liso, enorme, vacío cristal - que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro!

Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción:
"Amó, fue amada, y murió."

¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras.

¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós!

Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana.

Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla.
Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla!

No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo Tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir.
Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente como se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer:
"Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios."

El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo:
"Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo, y murió en pecado mortal."

Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos.

Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído:
Amó, fue amada, y murió.
ahora leí:
"Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió."

Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.

sábado, 10 de octubre de 2009

~ Enclaustrada



..'Y ella comenzó a sentir aqellas sensaciones, aqellos deseos, aqella felicidad desdichada qe tenía por delante. Sola, abandonada en aqella pieza oscura, impenetrable por cualqier luz existente, comenzó a meditar sobre su futuro, luego sobre su pasado, y por último, por el presente. De alguna forma, todos se cohesionaban muy fuertemente, pues, todo aqello junto era todo lo qe ella era. En aqella habitación fría y poco siniestra, se forjaba los lazos de lo qe fue algún día su vida, de como cambió de un momento a otro, de cómo ella había decidido inconscientemente a hacerlo; si es qe aqel cambio había sido bueno o no. Divagaba mentalmente en lo qe había acontecido, en lo qe no acontecería, en lo qe podía acontecer pero no qería, y en lo qe qería qe aconteciera pero nunca pasaría. Todos aqellos pensamientos bailaban una danza interminable en su cerebro, fundiéndose con esencias tanto de antaño como nuevas: unas qe olían a canela, otras a frambuesa, otras a rosas, y algunas qe recién estaba reconociendo, pues nunca antes había tenido la oportunidad de conocerlas. Lo qe pasaría era un misterio, pese a qe la decisión ya estaba tomada, a qe los deseos estaban apaciguados, a qe los sueños se veían lejanos, no se podía impedir la irrupción del destino en todo eso. Su historia ya estaba escrita y ella decidía lo qe podría venir, pero no era la qe tenía la última palabra. El qe tenía la última palabra era el destino, qe se imponía fuertemente con tal de hacer las cosas a su antojo, a su conveniencia, y a su entretención. Ella era sólo uno de sus títeres, era una esclava más de sus negras y afiladas garras, de sus tortuosas cadenas manchadas con sangre de otros, de aqella habitación de la cual no podía salir y le hacía pensar sobre lo qe no qería: Ella.'

Érzsebeth Lilith.'

jueves, 10 de septiembre de 2009

~ Llanto

“…-Detesto llorar, sobre todo con frecuencia. Más detesto aún cuando lloro sin poder controlarlo por cosas o situaciones realmente insignificantes. Detesto llorar, ya lo dije. Detesto sentir aqellas gotas cristalinas deslizándose por mi rostro, desencrespando mis pestañas, acechando mis ojos por querer salir, y recorrer mis mejillas hasta llegar a mi boca. Detesto cuando aqellos cristales se solidifican y qedan marcados por mi rostro, en el curso de un río invisible. Detesto más el no poder evitarlo, el qe duela tanto aqel ser venoso por dentro al hacerlo, y a veces, sin siqiera saber la razón. Simplemente duele y detesto eso. Detesto sentir qe se sale, qe se parte, como si una flecha lo atravesara, como si un simple abrazo lo debilitara, como si un beso lo qebrara-.”

Nergal Lilith { F }

miércoles, 9 de septiembre de 2009

~ Oblivion

Tumbada boca abajo sobre su cama de estilo barroca, cubierta por sábanas de seda color violeta oscuro, meditaba, divagaba en el recuerdo de lo que alguna vez fue, sintiéndose completamente incompleta.

Pensó en lo diferente que era antes, en las cosas que alguna vez hizo, en su manera de pensar, de vivir, de afrontar cada luz mortecina de un nuevo amanecer. Recordó que alguna vez sintió que su existencia se valía de un propósito, propósito que con el pasar del tiempo y las nuevas vivencias que había ido experimentando, había quedado enterrado en el más profundo de los cementerios, dentro de un sarcófago negro sellado con la más poderosa de las llaves: el olvido.

Añoraba poder retroceder el tiempo, para así, de alguna manera poder evitar el vacío que estaba sintiendo dentro y ver cuál había sido la razón de tan radical y destructivo cambio en ella. Ignoraba por qué había sucedido, pero tenía claro que la persona en la que se había transformado era un ser totalmente diferente de lo que alguna vez había sido, aquel tipo de ser que siempre había detestado ver, escuchar y tener cerca; una persona trivial, de esas que hacen las cosas rutinariamente y no aplican ningún tipo de exaltación a su vida.

En tiempos anteriores solía sentir y percibir cosas que pocos podían, solía vibrar con cada acción que realizaba, solía ser apasionada, algo lunática, algo cuerda y algo obsoleta, culta, audaz, reflexiva, un alma que daba cuenta de la belleza de la vida y la disfrutaba a su manera, sumida en sus armoniosos días grises, alejada de la luz del sol y entregada por completo a cada persona que hacía que su subsistencia tuviese aquellos matices rojizos, azulados, violetas y plateados.

-“Si pudiera hacer algo, una simple acción para revertir lo banal que me siento ahora”- se repetía a sí misma, maniática en su pensamiento. Pero sabía que, no era cuestión fácil recobrar formas que alguna otra situación había borrado de su interior.

De súbito se levantó de la cama. Caminó sobre las frías baldosas blancas de su estrecha habitación hacia la radio. Encendió dicho aparato y no dudó en poner el track tres del disco “First and Last and Always” de los Sisters of Mercy. “No time to Cry” era una canción que en tiempos anteriores la había acompañado siempre y que desde la primera vez que la escuchó causó gran impacto en su ya desarrollada adicción a la música. Pero aquellos sonidos emergentes del equipo, aquella voz profunda de Eldritch sonando por los parlantes, aquellos toques de oscuridad y la atmósfera esotérica creada por la canción, no removieron su ser en lo más mínimo.

De hace días que venía intentando reencontrarse consigo misma y no lo conseguía. Éste era otro intento fallido, intento que quizás luego, al igual que el propósito de su existencia, quedaría enterrado en aquel sepulcro.

Debido a lo absorta que estaba pensando en su decadencia, no notó el momento en que Steve atravesó las cortinas aterciopeladas que poseía como puerta, ni tampoco pudo constatar la cara de malicia de éste cuando se abalanzó sobre ella, haciéndola caer estruendosamente al suelo.

Sin duda alguna Steve era una de las personas que más conocía y con quien más a gusto se hallaba. Su sentido del humor irónico, al igual que el de ella, de alguna forma le ayudaban a restablecerse interiormente, claro que con mucha lentitud. Steve había sido una persona importante en su pasado, el hermano que nunca tuvo, que en cierto período de su vida le había dejado a un lado, pero que hace algún tiempo atrás había retornado a ella reconociendo los terribles errores que había cometido y dejando al margen todos los malos momentos y las diversas razones por las que se habían distanciado.

Steve ahora volvía a ella, y junto con él volvía el aroma de antaño que para ella tenía un significado especial: cada vez que lo percibía, marcaba el inicio de una nueva etapa. Steve estaba sembrando la esperanza de poder exhumar aquella tumba, aquella tumba que poseía la razón de su existencia, aquel lóbrego panteón que había sido sellado con la más poderosa de las llaves, el olvido.

Erzsebéth Lilith { F }

viernes, 4 de septiembre de 2009

~ Las Horas

- "Presta atención y escúchate a ti mismo. Las horas pasan. Los días pasan. La vida pasa. La muerte pasa. Y la muerte pasa para llevarnos al lugar de donde venimos, y de donde venimos lo hemos olvidado"

...'Ella corrió por aqel pasillo insostenible en aqel puente de gravilla en medio del mar. Corrió. Hiperventiló. Siguió corriendo. Buscaba una salida, pero ella veía aqel puente tan ancho y tan interminable qe no conseguía encontrarla. Y simplemente no la hallaba, era un solo camino, no había atajos, no había algún callejón oscuro y recóndito en el cual pudiera adentrarse para llegar a la salida antes de tiempo. Pero lo qe ella no sabía era qe la salida estaba allí mismo. En aqel pasillo eterno, en aqel correr de los árboles, en aqel trinar de las aves, en aqel aroma de las plantas, estaba la salida. Por más qe la buscaba y la buscaba no lograba comprender qe se encotraba en ella. Se encontraba en su misma historia, en su plena vida. Y allí no había salida, porqe estaba en ella, porqe la salida era la la vida, y la muerte, qe era la salida qe ella buscaba era sólo el camino para aprender a valorar la existencia.'

Erzsébeth Lilith .'}

martes, 14 de julio de 2009

~ Isla

'Como la historia de aqella tierra perdida, perdida en un paraje desolado; mi hogar, en el qe un día irrumpiste para dar un toqe de color a toda la vida negra existente allí.
Para hacer florecer los viejos árboles arqeados por el vendaval característico del lugar.
Para crear aqella música qe más adelante nos uniría, aqel sonido medieval, triste y alegre a la vez, armonioso, táctico, bello.
Gracias a ti resplandecieron los luceros apagados de aqella isla abandonada, y el centro de la misma recobró el aliento, el corazón.
Gracias a tu presencia la niebla se disipó dejando pasar tenues rayos de sol qe sólo iluminaron los ríos, e hicieron brotar la vida verde; pues las nubes se qedaron, como símbolo de una aparición diferente, de una aparición única, una aparición qe sólo le comprometía a él y a aqella peqeña isla.'

Erzsebéth Lilith { F }

domingo, 28 de junio de 2009

~ Felicidad Desdichada

.'Nunca creyó que "volvería" a pasar.. "volvería", porqe difícilmente algo que haya vivido o sentido antes se le hubiese podido comparar. Esto era algo nuevo, algo que iba más allá de lo que por sí misma pudiera controlar, "algo" qe nunca antes había sentido por alguien, algo qe nunca creyó qe le "volvería" a suceder. Absorta, sumida en el divagar de los pensamientos creados en su cabeza, le veía, le veía, y no podía dejar de verle, pues para ella no existiría nunca un ser tan perfecto, tan hermoso e inhumano, y nunca podría qerer a otra persona de la misma forma. Pensaba qe a veces el llegar a qerer tanto duele en la misma magnitud, y ese dolor corroe el cuerpo qebrándolo lentamente, poniéndolo débil e incapaz de mantenerse en pie. Pero por otra parte está el amor qe lo puede todo, qe pase lo qe pase todo se puede solucionar, todo puede estar bien, qe al caer aqella persona estará ahí para tenderle la mano, para tomarla del brazo, para hacerle subir.. Pero, si algún día alguno de los dos llegase a no estar? .. Por parte de ella, si no pudiese tenerlo entre sus brazos nunca más, nunca más podría conocer lo qe es la felicidad, nunca más disfrutaría de la vida, no gozaría de los altos licores vertidos sólo para ellos, no podría acariciarle y sería un tormento, no podría mirarle y sería todo demencia, no podría besarle y todo pasaría a ser una tortura. Ella no podría estar sin él, no puede, porqe está escrito, porqe su historia forma parte de lo qe dice el destino, pero la mayor razón, es porqe inconscientemente se enamoró de él, sin planearlo, sin invocar aqel sentir, sin rogar, sin siqiera pensar qe podría pasar. Ella le Ama, le ama por sobre todo lo existente en esta tierra, y si llegase a no tenerlo algún día su vida no tendría mayor sentido, por lo qe se guradaría en el lugar más iluminado, para así acabar con lo qe resta de ella, qe sólo sería el exterior, lo cual no poseería valor alguno, no como lo qe alguna vez llegó a sentir por él..'

viernes, 10 de abril de 2009

~ Hermosa Crueldad

Hermosa crueldad, latiente y de corazón azul
frío y negro, añejo, envejecido, por tanto
rencor derramado, ajena la marca del mismo.

Hermosa crueldad, dolorosa, infeliz, así eres
en realidad?, planeas hacer de tu vida
una mejor, tomando la mía y fingiendo
repararla.

Dolorosa realidad.. Qé ha hecho de ti el tiempo,
qé le ha pasado a tu inteligencia, a tu
debilidad, a tu comprender?

Dolorosa Realidad, has en realidad de
abrirte de siluetas blancas fingidas,
hipócritas, abundantes sólo en ti?

Nergal Lilith { F }./ Escrito en enero/09.

~ Bajo la Pálida Luna Creciente.

Bajo la Pálida Luna Creciente...

..He de jurar qe contigo siempre estaré
en un contrato firmado con sangre
para siempre pertenecer a tí
dejando qe el verdadero amor aqí dentro
nunca frutos dé.

..He de jurar fidelidad bajo la endeble luz
de la pálida Luna Creciente.
He de jurar amor inexistente.
He de jurarte alegría muy enterrada
aqí dentro qe por mí nunca brotará.

..He de jurar qe Te Qiero, respecto a aqello
no miento; no obstante he de jurar qe Te Amo,
mas ni mi mente ni mi cuerpo te desean.

..He de atarme a tí, hoy, sin preámbulos.
He de morir por jurarte tanto.
Tantas aberraciones. Incontables qimeras.

..He de ponerme helada, fría, blanca
con azules venas bajo la piel.
He de transformarme por tanta injusticia,
pero ha de reencarnarse
mi alma arrancada de mi cuerpo
para darle vida a la luna y convertirme
en ella, para así poder dar fruto a más
muertes injustas; bajo la Pálida Luna Creciente.

Nergal Lilith { F }./ Escrito en febrero/09.-

jueves, 26 de febrero de 2009

~ The Coldest Night.'

No recuerdo la fecha exacta en qe fue escrito este texto. Es curiso encontrar un cuaderno lleno de memorias andrajosas propias, qe habia estado extraviado. Por lo qe dice, creo qe fue en octubre del 2007.


"No había fundamento . Aqellas barbaridades corrían nuevamente por sus mejillas, sin saber el por qué. Aqellas dicha qe volvía a presenciar se concentraba en una atmósfera sin palabras, vacías de ambulantes. Todo se sentía tan intacto, tan doloroso, tan fuerte como lo es el ayer, el qe no se qiere traer a la vida nuevamente. Nada podía preturbarle más qe el estar sumida en sus propias especulaciones andrajosas, qe invitaba a otros seres a inqietarle. Entretanto ellas seguían corriendo sobre sus mejillas, rojas como la sangre, bailaban al compás de intacta felicidad. Creía qe cada momento se había convertido en un esbozo de ello, en su cabeza, pero ése momento le demostró qe uno de sus sentidos le permitía más qe su memoria.

- ¿Será posible? - se interrogó.

Sintió entonces algo pesado en sus manos: Una Esfera; más bien insignificante, contenía tan cálido reflejo qe se espera al amanecer, pero el qe solo pocos son capaces de divisar. Observó entonces con más atención, y dió cuenta de qe no havía ninguna de esas lucecitas parpadeantes qe se agitan en el aire.

-¿Será posible? - volvió a interrogar.

Todo aqello se introducía en su mente tan irónicamente, tan distante todo lo qerido, pero a la vez cerca. Entonces tomó una desición: optó por un camino más a la mano, pero en el cual sabía, tenía qe ser prudente. Pero no fue así, hasta casi tropezó por evitar el contacto. No podía ser peor y mejor. La "Ingenuidad" de aqel ser era algo "común", pero su hipocresía era algo nuevo. No cabía duda en qe qería evitar decir algo qe marcara la situación y cada paso qe fuese a dar. Aqella persona debía pensar primero en su conveniencia, aunqe en verdad sintiese algo qe le privara de ello. Debió de haber roto aqel cistal al pasar junto a éste, pero no fue así: Todo qedó intacto, todo qedó como el primer instante, la primera fragancia, el primer deseo; su memoria estaba en todas partes, veía imágenes en donde fuese qe observase. A lo demás no le qedaba más qe huír, para salvarse de la tragedia de aqella noche tan fría... Para la cual no había fundamento."

Lilith { F }