sábado, 31 de marzo de 2012

~ ¿Insensibilidad?

Por qué este título? No lo sé, no sé si refleje realmente lo que escribiré, ni cómo me siento, ni nada relevante en realidad. Necesito dejar fluir algo que no sé qué es, algo abstracto que tiene presencia propia, que invade todo y nada al mismo momento, que está siempre presente. Y siento que escribo estupideces. Estos últimos días el tiempo ha corrido demasiado rápido, demasiado como para alcanzarlo, pero hoy ha sido la excepción, ha ido un poco más lento, aunque no por eso menos estresante, ni menos alcanzable. Han pasado tantas cosas como desapercibidas, pero no lo son, tanto ha sido dejado de lado, porque hay que priorizar tantas otras cosas, y en realidad no hay mucho que se pueda hacer por ahora para cambiar eso. Hay que simplemente resistir a esta etapa, porque todo lo que venga después será mejor. Todos aquellos anhelos, esos proyectos, se podrán cumplir siempre que todo esto primero sea superado, todo esto que es difícil, extenuante, frustrante, duro, (...). Nada es imposible, lo sé, pero hay muchas cosas que se tienen que aprender para que no lo sea.

sábado, 10 de septiembre de 2011

~ Rememberized


"Y se siente algo inexplicable. Se siente algo devastador, se siente no muy bien. Y los escalofríos recorren mi cuerpo cada vez que recuerdo, que imagino, que pienso en todo aquello que me viene a la mente y me perturba. Esto como de sentirse caer, de dar vueltas y de qedar hipnotizada, y recuerdo aqella historia de Steve y los sueños bizarros qe he tenido últimamente. Todo estaba yendo tan bien y las noticias qe llegan caen como balde de agua fría. Me dejan tiritona, con nervios, con rabia y todo vuelve denuevo, en un solo segundo todo está dentro una vez más. Y yo qe pensaba qe todo estaba mejor. Las murallas se atochaban y se juntaban todas formando una especie de cúspide dentro de la pieza. Las ventanas qedaban estrechas de forma triangular y las cortinas cambiaban de color cada segundo. La música a veces provocaba ese efecto en todo, pero ahora no estaba precisamente escuchando la música directamente por medio de sus oídos sino qe la escuchaba reproducirse claramente en la mente, sin necesidad de una fuente qe la emitiera. Vienen las imágenes y me llevan a todos lados a la velocidad de la luz, pasan por mi cabeza momentos qe fueron hace mucho, hace poco, hace casi nada, y hace demasiado, muy nítidos todos, y no entiendo la razón. Todos dentro de un marco negro y de color gris, como añejados, como qe ese color representara qe ya pasaron, y de repente pienso en el color morado y aunqe los paisajes no se vuelven de morado es como si lo fueran. Es inexplicable y me vuelvo loca, más loca de lo qe alguna vez estuve y menos de lo qe alguna vez podría estar. Y hablando de locura recuerdo aqella vez qe leí "Verónika decide Morir", y cuánto detestaba, o más qe detestar, no me gustaba la literatura de Paulo Coelho, sólo porqe lo juzgué sin saber cuánto me podría llegar a gustar otro libro de él qe no fuese "El Alqimista". Leer ese libro fue una de las mejores lecturas qe he tenido, la qe más he disfrutado y la qe más me ha llenado. O al parecer es lo qe creo. Y pensar qe aún lo logro leer algo de mi qerida Virginia Woolf, y recordar el "Dear Leonard. To look life in the face. Always to look life in the face and to know it for what it is. At last to know it. To love it for what it is, and then, to put it away. Leonard. Always the years between us. Always the years. Always the love. Always the hours", y pensar en lo qe aún no sé si realmente aparece en su libro. Y recordar el dolor, y el afecto y el cariño, y después recordar el amor. Aqel amor qe se duerme y qe revive y qe se vuelve a dormir y revivir, y qe cuando revive cuesta aceptarlo y qe cuando muere cuesta dejarlo. "

- Remembering-Mesmerized

{ Érzsebeth Lilith }

sábado, 29 de enero de 2011

- Penumbra

-Y aqí me encuentro nuevamente, luego de tanto tiempo. Tanto tiempo he pasado tirada en el suelo, tanto tiempo aguantando la angustia, las lágrimas, la pena; tanto tiempo sin qe todo esto qe llevo dentro pueda salir. Todo bloqeándome, haciéndome daño, matándome, matándome lenta y paulatinamente, y no lo había notado. Sí, hoy ha sido un día extraño. No es precisamente un buen día, pero siento algo raro. Siento qe qizás me volví a encontrar. Aunqe luego me volveré a perder. Pero en fin, mientras me tenga conmigo todo bien.
Tanto, tanto tiempo llevaba tirada en el suelo. El año pasado fue bastante difícil y desafiante. Hubo mas cosas malas qe buenas.. ¡AGH! ¡Alguien llegó a sacarme de mi sensación de bientestar! Esperaré a qe vuelva... No se si vuelva.. En fin. No. No hablaré del año pasado. No tengo ganas.
Hoy exploté, sí. Hoy me levanté del suelo. Espero no volver a llegar a él. La verdad es qe ahora tengo muchas ganas de hacer cosas qe hacía antes, qizá sea algo difícil, pero no creo qe imposible. Prendí una vela, y un incienso. No sé muy buen con qé fin, sólo recuerdo qe me gustaba mucho hacer eso, y lo volví a hacer. Y volví a escuchar música etérea. Esto se siente bien.
No. No pienso en esperanzas. Siento qe necesito algo y lo necesito ahora. Y si no es ahora, bueno, entonces no sirve. Aunqe si llega más adelante puede qe igual sirva. Ufff, necesito hablar con alguien, las palabras me están volviendo cada vez mas loca. Es como qe todo da vueltas en mi cabeza. ¡NO! No es así, es como qe me veo en mi cabeza; para ser más precisa veo mi cabeza en mi cabeza (la veo por fuera, claro) y las palabras o frases u oraciones giran alrededor de ella, y se ve como una hilo qe le da muchas vueltas. En realidad, se ve muy bien todo aqello. Pero las palabras qe se forman no tienen sentido alguno.
- Deliah's Delirium

Érzsebeth Lilith.

miércoles, 27 de enero de 2010

~ Impulso Crítico.'


.'Con el corazón en las manos se aproximó rápidamente a aqella puerta. No lo qería. No qería causar más daño, eso era lo único qe ese maldito organo sabía hacer. Abrió la puerta y siguió por aqel sendero qe se encontraba tras ella, aqel sendero qe se volvía más y más verde mientras corría por él. Con lágrimas en su ojos, agitada, cansada, sin una pisca de arrepentimiento por la historia de su vida, corría, corría a un lugar desconocido, solamente corría para deshacerse de aqel ser qe sangraba entre sus manos, pues era el qe más desgracias en su vida le había traído. Pero de un momento a otro todo se tornó penumbra. Agitada, se halló encerrada entre paredes negras, cubierta con una tenue luz blanca sobre ella, y aqel ser encerrado en un vasto sarcófago, solo, retorciéndose de dolor. Sin saber cómo, pues ya no podía sentir, volvió a llorar. Permaneció a su lado todo el tiempo qe fue necesario, hasta qe su corazón exhaló su último latido sabor de rosas amargas, y murió. Entonces nada volvió a ser lo qe antes era, vió morir su corazón y no hizo nada por evitarlo. Ahora sí qe no volvería a hacer daño, pero no volvería a sentir, qe era un precio excesivamente elevado para todo lo qe había hecho en su vida. Ahora no volvería a sentir y aún no sabe realmente por qé no hizo nada por evitar la muerte de tan elegante, apasionado y virtuoso ser, aqel ser qe era el único qe le hacía ser realmente Ella. AHORA lo qiere de vuelta, luego de darse cuenta de qe todo pierde sentido sin él, de qe todo es gris completamente, y no aqel gris sabor a añejo claramente agradable, sino qe un gris descolorido. Ahora ella lo qiere de vuelta. Pero ahora ya es muy tarde. Aqel corazón murió y ella no hizo nada por impedirlo.'

Érzsebeth Lilith.'/

domingo, 6 de diciembre de 2009

~ No Landscape


..' Todo cambia con el tiempo, todo se vuelve diferente. Algunas sensaciones se olvidan, otras nacen, y otras simplemente se ansían pero nunca vuelven a renacer, pese a los banales intentos realizados y qe se seguirán haciendo.'

..'Se encontraba perdida, sin saber qé otro intento hacer para redescubrir aqello qe tanto qería sentir. Ellos le habían qitado tantas cosas y las palabras, resistir, mantenerse en pie, fortaleza, estaban cobrando con exigencia el haberlas usado, convirtiéndola en una frívola piedra, insensible a cualqier melodía, a cualqier placer, a cualqier recuerdo, a cualqier sensación. - ¡MALDITA SEA! No sé, por más qe trato, no hallo la forma, en qé me estoy convirtiendo? Será qe no tengo nada más qe hacer aqí? es eso?-. Pero no era eso, de alguna u otra forma tenía la esperanza de volver a sentir plenamente aqellas sensaciones de antaño, qe estaba segura de qe estaba profundamente guardadas en el lugar más recóndito de ella misma.

Sentía, o qería sentir qe cada vez estaba más cerca de aqel paraje púrpura-verdoso de su antiguo interior, a pesar de lo difícil qe fuese cruzar esas puertas selladas con sangre qe ella misma había cerrado... qizá inconscientemente, qizá consciente.

Cerró los ojos una vez más, pero no pudo sentir aqellos ropajes oscuros qe la traían a la vida con un vibrato único y qe no todas las personas son capaces de sentir; qe le daba aqella identidad qe tanto atesoraba, aunqe ahora le fuese difícil sentirse de aqella manera.
- Lo único qe qiero es volver a ser yo, volver a mis convicciones, mis sentires, mis expectativas, mi forma de ver el mundo, evocar a mi retorcida mente para qe regrese y se qede por siempre... y qe nadie más qe yo se haga acreedor de ella. NADIE, sólo más qe yo.'

Érzsebeth Lilith { W }

viernes, 30 de octubre de 2009

~ ¿Fue un Sueño? -Guy de Maupassant

Cómo me gusta esta historia, la manera de relatar de Maupassant, el la incomprensión qe provoca pero lo claro qe qeda todo. En fin:

~ ¿Fue un Sueño? -Guy de Maupassant

¡La había amado locamente!

¿Por qué se ama? ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria.

Voy a contaros nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.

Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: "¡Ah!" ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!

Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. ¡Oh! ¡Dios mío!¡Dios mío!
¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas... mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje.

Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación - nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte -, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero.

Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces... tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal - en aquel liso, enorme, vacío cristal - que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro!

Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción:
"Amó, fue amada, y murió."

¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras.

¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós!

Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana.

Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla.
Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla!

No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo Tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir.
Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente como se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer:
"Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios."

El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo:
"Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo, y murió en pecado mortal."

Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos.

Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído:
Amó, fue amada, y murió.
ahora leí:
"Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió."

Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.

sábado, 10 de octubre de 2009

~ Enclaustrada



..'Y ella comenzó a sentir aqellas sensaciones, aqellos deseos, aqella felicidad desdichada qe tenía por delante. Sola, abandonada en aqella pieza oscura, impenetrable por cualqier luz existente, comenzó a meditar sobre su futuro, luego sobre su pasado, y por último, por el presente. De alguna forma, todos se cohesionaban muy fuertemente, pues, todo aqello junto era todo lo qe ella era. En aqella habitación fría y poco siniestra, se forjaba los lazos de lo qe fue algún día su vida, de como cambió de un momento a otro, de cómo ella había decidido inconscientemente a hacerlo; si es qe aqel cambio había sido bueno o no. Divagaba mentalmente en lo qe había acontecido, en lo qe no acontecería, en lo qe podía acontecer pero no qería, y en lo qe qería qe aconteciera pero nunca pasaría. Todos aqellos pensamientos bailaban una danza interminable en su cerebro, fundiéndose con esencias tanto de antaño como nuevas: unas qe olían a canela, otras a frambuesa, otras a rosas, y algunas qe recién estaba reconociendo, pues nunca antes había tenido la oportunidad de conocerlas. Lo qe pasaría era un misterio, pese a qe la decisión ya estaba tomada, a qe los deseos estaban apaciguados, a qe los sueños se veían lejanos, no se podía impedir la irrupción del destino en todo eso. Su historia ya estaba escrita y ella decidía lo qe podría venir, pero no era la qe tenía la última palabra. El qe tenía la última palabra era el destino, qe se imponía fuertemente con tal de hacer las cosas a su antojo, a su conveniencia, y a su entretención. Ella era sólo uno de sus títeres, era una esclava más de sus negras y afiladas garras, de sus tortuosas cadenas manchadas con sangre de otros, de aqella habitación de la cual no podía salir y le hacía pensar sobre lo qe no qería: Ella.'

Érzsebeth Lilith.'